El tango ruso-europeo y los bastidores para Ucrania

“La limitación” del formato de la 32 cumbre entre la Unión Europea y Rusia despertó cierta activación entre los periodistas y los expertos. Los años anteriores tales cumbres tradicionalmente se celebraron dos días. La primera cumbre Europa-Rusia de este año el 28 de enero en Bruselas durará sólo unas pocas horas.

“A las 13:25 llega el presidente ruso, Vladimir Putin. A él le saludarán el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso. A las 16:00 tendrá lugar una rueda de prensa”, - aquí tiene todo el programa de la cumbre anunciada en vísperas por Bruselas.

Los líderes hablarán sobre los intereses de la cooperación estratégica, así mismo discutirán las diferencias en el formato del almuerzo de trabajo, al pasar el bastón para las discusiones más concretas a los consejeros y los expertos.  Según los altos diplomáticos, las partes no planifican firmar ningunos documentos importantes.

En la dimensión total a comienzos de 2014 la UE y Rusia están más interesados en los temas de las iniciativas económicas integracionistas, continuación de las negociaciones sobre la firma del acuerdo básico sobre la cooperación estratégica, sobre la colaboración en los ámbitos de energía y comercio. Siguen siendo actuales la liberalización de visados, cumplimiento de los compromisos en el marco de la OMC, cooperación en materia de seguridad y los procesos internacionales globales, en particular, con respeto a Irán, Siria, lucha contra la piratería cerca de la costa de Somalia.

No obstante, entre bastidores de estos temas ciertamente importantes y actuales de la cooperación estratégica europeo-rusa cabe distinguir otro nivel de la posible cooperación  que Kremlin intenta promover e incluso empujar los últimos años.

En esta medida, se trata de la creación de un eje geopolítico que uniría el espacio euroatlántico y euroasiático en formato de igualdad de las principales asociaciones regionales que reclaman el papel global y eso que ya desempeñan tal papel en el mundo.

Ampliando la concepción del espacio económico libre ofrecido por Putin “de Lisboa a Vladivostok”, las bases de esta estrategia en los ámbitos de seguridad y política tienen como objetivo la formación de la configuración siguiente: Unión Europea – Unión Euroasiática – América del Norte.

Ya no es el secreto que el objetivo a largo plazo de Kremil tiene que ver con la restauración de la unión parecida a la “unión neosoviética” donde Rusia desempeñará un papel  de rectoría, representando en la arena internacional los intereses del resto de los participantes “iguales menores”. En el corto plazo, desde el 1 de enero de 2015, en este tramo del eje operará la Unión Euroasiática cuyo lugar institucional ahora ocupa la unión Aduanera que en los círculos occidentales y en los medios de comunicación de masas extranjeras califican de ninguna otra manera sino “rusa”.

Los últimos años, Kremlin busca equiparar su unión regional euroasiática y la Unión Europea. Precisamente aquí hace falta ver el objetivo principal perseguido por Kremlin en el contexto de los resultados esperados de la actual y futura cumbres con la Unión Europea. Sin embargo, el formato de la próxima cumbre entre la UE y Rusia es poco probable que cambie sustantivamente la posición rusa.

En dimensión internacional-jurídica la Federación Rusa ya hace mucho plantea la cuestión sobre la necesidad de la afirmación jurídica, institucional y administrativa de la cooperación y colaboración entre dos uniones: Unión Aduanera y Unión Europea. Hoy Bruselas rechaza firmemente esa idea, explicando que no puede ser un signo de igualdad entre el régimen aduanero y la comunidad global basada no sólo en los principios político-económicos amplios y profundos sino en los valores democráticos fundamentales, conocidos también como valores europeos.

Lo máximo que actualmente puede ofrecer Bruselas y que tiene apoyo en los círculos oficiales europeos es el arreglo de algunas cuestiones burocráticas de cooperación entre la Comisión Europea y la Unión Aduanera para no frenar el desarrollo de las relaciones comercial-económicas. A propósito, lo declaró varias veces el Comisario Europeo de Ampliación y Política Europea de Vecindad, Stefan Füle.

¿Puede (o quiere) Ucrania encontrar su propio lugar en el formato de tal diálogo entre Bruselas y Moscú? La pregunta sigue siendo abierta, incluso a pesar de lo que Ucrania por sí mismo intentó iniciar tal formato trilátero para resolver las cuestiones comercial-económicas absolutamente pragmáticas y problemáticas. La parte rusa respaldó tal idea. La UE la rechaza categóricamente como tal que, en sentido figurado, “los tres no pueden bailar el tango”.

Al mismo tiempo, la Unión europea no evita la conversación difícil con Rusia como con socio estratégico sobre las situaciones problemáticas alrededores de algunos vecinos. Los presidentes Rompuy y barroso después de la cumbre en Vilna declararon en repetidas ocasiones que plantearían la cuestión de presión de Rusia sobre los países de la Asociación Oriental y sobre Ucrania, en particular, en la  cumbre el 28 de enero. El Embajador de la Federación Rusa ante la UE, Vladímir Chizhov, recientemente respondió  que Moscú estaba dispuesto a tal discusión. “El presidente Vladímir Putin está dispuesto a discutir con los presidentes Rompuy y Barroso cualesquiera cuestiones”, señaló el diplomático ruso.

Pero ¿tiene sentido tal discusión en condiciones actuales? Después de la cumbre en Vilna, Ucrania se puso en una posición de  incertidumbre política que pronto puede convertirse en la perspectiva de absorción económica, y luego política, por lo menos por uno de los vecinos grandes.  Sin tener que defender  el derecho de su propio voto, Ucrania puede encontrarse  inesperadamente para sí en una situación cuando dos socios grandes pueden “invitar” al tercero entre bastidores para que se enrede entre las piernas.

Sigue siendo abierta la pregunta ¿está dispuesta Ucrania a aceptar tal dimensión de la “política real”?

SM